viernes, 22 de agosto de 2014

Abrazos de arriba


¿Qué nos acompaña a lo largo de nuestras vidas? Puede ser una fotografía, una sensación, un símbolo. En mi caso, todos ellos en un mismo elemento, el aroma que despide la lluvia cuando toca el aire, el piso, mi rostro. Es la lluvia un sinónimo de tristeza para muchos, gente que tal vez no ve más allá del horizonte, porque para mi esa lluvia es la portadora de vida, el vehículo de esperanza que anhelan las plantas marchitas en las orillas de las carreteras, en los caminos ignorados. Una fotografía que captura el tiempo indescriptible que ha vivido cada ser que contuvo alguna vez esa gota, son eso, fotografías abstractas que simplemente no pueden ser comprendidas. Una sensación de humedad que recorre el rostro y refresca la memoria. El aroma único de la lluvia tocando lentamente el piso. La tierra mojada.

Recuerdo mi infancia de forma vívida, recuerdo ese aroma que se encuentra presente cuando menos se lo espera uno. Algo se abalanza sobre mi desde el oscurecido cielo mientras el entorno y el viento mutan al unísono. El olor a tierra mojada llega a mis sentidos, y con él, llegan los recuerdos. De la nada la lluvia se convierte en un cobijo celestial, la forma en que el cielo toca y abraza a sus hijos. Algunos, no se dejan abrazar, porque generalmente ese abrazo es frío y sinónimo de enfermedad, así los hijos del cielo se cubren con paraguas para escapar del abrazo de su madre en lo alto. 

La lluvia evoca tristeza para muchos, porque tal vez piensan en todo aquello que la lluvia no te deja hacer. La lluvia no te deja salir a caminar, no te deja salir a pasear al perro, no te deja cruzar la calle, pero, ¿qué haríamos sin charcos?, ¿cómo saltaríamos en ellos si no existen?, ¿cómo compartiríamos una sombrilla con aquellos que la necesitan?, ¿cómo tendríamos el placer de apreciar el aroma de la tierra mojada?. La lluvia, como toda complicación en la vida, es muy importante, al menos para mi es la esperanza que llega de la nada, porque sabes que estar mojado es momentáneo, ninguna complicación es duradera, y si ya estás empapado, ¿por qué no disfrutar el momento?.

He tenido experiencias relacionadas con la pérdida de seres queridos donde la lluvia siempre, por alguna extraña razón, está ahí. Tal vez sean esas personas que perdimos saludándonos, abrazándonos y estrechando sus brazos intangibles pero húmedos sobre nosotros, mismos que terminamos ignorando por miedo a estar empapados. Quizá cuando el alma se desprende del cuerpo ésta se reúne con las demás almas en el vasto universo, y de vez en cuando ellos saludan a las personas que en forma terrenal amaron. A la vez la lluvia ha estado ahí, en situaciones de felicidad incomparables con cualquier otro evento de nuestras vidas. Situaciones que sin lugar a duda serán eternos momentos de felicidad en nuestras mentes, ahí en el fondo, debajo de nuestros miedos y preocupaciones, debajo de nuestro miedo a los abrazos celestiales, muy debajo de la lluvia.